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UniversidaddeCádiz
Oficina para la Sostenibilidad
noticia

Ana Maria Roldán Perea gana el Desafío 2 con su reflexión sobre el Agua 1 marzo 2021


Ana María Roldán Perea, PAS del Campus Bahía de Algeciras de la UCA, es la autora de la reflexión elegida como ganadora del Desafío 2 de la Campaña Ambiental de Cambio de Hábitos para frenar el Cambio Climático ¿Aceptas el Desafío? .

Tras analizar por parte del jurado de la Campaña las reflexiones presentadas al Desafío 2 sobre Agua Limpia y Saneamiento  cuyos objetivos primordiales eran cambiar los patrones de consumo hacia otros más sostenibles en aspectos claves de nuestros hábitos diarios y ser conscientes de las repercusiones que tienen nuestros actos valorando como influyen estos sobre el medio ambiente y la sociedad. 

Se valoran los siguientes criterios a la hora de seleccionar la reflexión ganadora:

  • Coherencia en el mensaje de concienciación para un uso eficiente del agua.
  • Forma de comunicar el mensaje de concienciación invitando a la acción individual para cambiar el mundo resaltando la importancia de “Que la acción, por pequeña que sea, crea un movimiento que se ha de multiplicar”.
  • Se valora la capacidad de acercar preocupaciones cotidianas sobre la repercusión mínima de una acción positiva individual frente a una acción negativa a gran escala.
  • Insta a recapacitar en el positivismo y bienestar que crea en uno mismo el cambio de hábitos por otros más sostenibles sin perseguir resultados cortoplacistas y a pesar de la lentitud en ver resultados a veces nos lleve a una rendida incredulidad.

A continuación os dejamos la reflexión:

Me gusta especialmente la frase de Eduardo Galeano con la que presentáis los Desafíos: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.  Precisamente eso mismo me frenó, en un momento determinado de mi vida, invadida por un desánimo que interpreté realista y que creo que es el motivo de que no avancemos: ¿cómo un yo minúsculo puede hacer nada para que esto funcione?

Recuerdo que imaginaba entonces grandes fábricas consumiendo toneladas  de litros de agua tanto para su producción como igualmente millones de litros se desperdiciaban vertidos sin control, mientras en casa me sentía culpable por tirar de la cisterna o me lavaba los dientes. Me enfadaba lo injusto de mi esfuerzo y mi entrega mientras gigantes corporaciones  de mente fría y calculadora se reía de un gravísimo problema mundial, convirtiendo su risa en oro. Me rendí pero algo en mi conciencia no encajaba.

Pasaba el tiempo y cada vez  llegaban más desalentadoras  informaciones sobre el clima y cada vez,  con mis propios ojos comprobaba cómo, en mis paseos por el campo cada vez más sombríos,  los embalses se secaban. Pero mientras una inclinación  negacionista  que  siempre acecha, intentando confundirnos y  manteniéndonos  en un carpe diem permanente mientras nos pretende convencer de  que el discurrir del clima siempre fue cíclico, que poderes fácticos trasvasan las aguas de los pantanos para favorecer a otros con intereses ocultos, que el Planeta tiene capacidad de regeneración…. me topé de bruces por casualidad con la llamada “Isla de Plástico”. Al instante de sentir cómo se me encogía el corazón, me enfadé y la energía de ese enfado me llevó a ver claro que pasivos no somos nada ni nadie. Que la acción, por pequeña que sea, crea un movimiento que se ha de multiplicar. Así, sin darme casi cuenta,  hemos interiorizado en casa que el agua es casi como el aceite de oliva. Cada vez que se abre un grifo nunca es un gesto inconsciente: si necesito agua caliente, hasta que empieza a salir, aprovecho las primeras aguas frías para llenar un cubo, ese cubo servirá luego para el wáter. En la cocina, si se lavan las verduras, un recipiente recoge el agua que podrá servir para regar. Si me lavo los dientes, rescato un recuerdo de mi infancia en el que mi hermano y yo usábamos un vasito y a buchitos nos íbamos enjuagando la boca. En las cisternas del WC permanecen desde hace años tarros llenos ocupando un volumen que no se desperdiciará…

Cuando se es consciente, cuando se es sensible a las necesidades de supervivencia, presentes y futuras, y a la belleza del Planeta, queda en un segundo lugar el afán por unos jeans a favor de cualquier otra prenda. En casa reciclamos. Cada tarro de cristal o lata se reutiliza, reviven como maceteros, lapiceros, para sobras de comida para guardar….

El hecho de sentirse bien con un@ mism@ va en consonancia con pretender que todo ruede sano, que la contaminación se reduzca o desaparezca, que la deforestación pase a ser una pesadilla y no una realidad, que la alimentación nos aporte la satisfacción de las cosas bien hechas. No tenemos hoy en día excusas para no bucear entre cientos, miles de dietas sugeridas, en estos tiempos en que el mundo está a tiro de pulsar una tecla.

En una frase: Es evidente que iniciativas como estas Apps y muchas otras, persiguen una labor de concienciación desde muchos frentes y aunque la lentitud en ver resultados nos lleve a una rendida incredulidad, entiendo que la clave está en  que avivaría la ilusión la seguridad de comprobar que pequeñas acciones funcionan, sin perseguir un  milagro cortoplacista.

¡Enhorabuena a la ganadora!