Hoy, 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, queremos celebrar esta efeméride ambiental compartiendo las reflexiones de dos compañeros de la Universidad de Valencia, David Gil y Amparo Vilches. Esperamos con ella que su contenido mueva conciencias y nos hagan actuar ante la necesidad de las palabras que en esta reflexión se transmiten.
El lema de este año, Una sola Tierra, fue también el de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano celebrada en Estocolmo, hace 50 años, en 1972. En ella se incluyó el medio ambiente en la agenda global y condujo al establecimiento del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA) y al del Día Mundial del Medio Ambiente el 5 de junio de cada año, para promover la conciencia y la acción mundial por el medio ambiente.
El lema Una sola Tierra sigue totalmente vigente ya que, como se señaló al elegirlo en 1972, “este planeta es nuestro único hogar y es responsabilidad de la humanidad salvaguardar sus recursos finitos”. Como cada año, este Día Mundial del medio Ambiente de 2022, en que se celebra la cumbre Estocolmo+50 (https://www.stockholm50.global/es), es una nueva ocasión para sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de contribuir a poner fin a la crisis socioambiental planetaria y de avanzar en la transición a la sostenibilidad y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), orientados a la universalización de los Derechos Humanos, incluido el derecho a un ambiente saludable.
Y es preciso añadir en paz porque, como nos recuerda el recién publicado “Sustainable Development Report 2022” (https://dashboards.sdgindex.org/chapters), la paz, la diplomacia y la cooperación internacional, son condiciones fundamentales para que el mundo progrese en el logro de los ODS. La guerra en Ucrania y otros conflictos militares, además de ser tragedias humanitarias en los países implicados, tienen un impacto económico y social en el resto del mundo, exacerbando la pobreza, la inseguridad alimentaria y el acceso a recursos energéticos asequibles.
Por ello, la comunidad científica y los movimientos ciudadanos, conscientes de la necesidad de hacer frente a la situación de emergencia planetaria, debemos implicarnos decididamente y con urgencia en la tarea prioritaria de EXIGIR LA PAZ Y LA NEGOCIACIÓN DE UNA SEGURIDAD COMPARTIDA para hacer posible la transición a sociedades sostenibles.